Sex vs. Shop

"Bueno, haced todas esas pruebas. No encontraréis nada, pero al menos me dejaréis a solas. Me voy a mi despacho: hay mucho porno acumulándose en Internet… y no se baja solo."
Dr. Gregory House

Ayer, dia 5 de julio, en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno, en relación al anuncio de la instalación de cámaras de seguridad en la vía pública de Gran Vía (y su entorno), nuestro querido alcalde Gallardón sorprendió a propios y a extraños con la idea de expropiar a los dueños de los Sex Shops de Montera y alrededores.

Esta iniciativa se contextualiza dentro de la lucha contra la degradación del centro de Madrid. El único problema que vieron los que realizaron el estudio jurídico para comprobar la viavilidad del proyecto es que «desgraciadamente estos locales están en regla y cumplen la legislación».

Con este proyecto trata de emular a su muy admirado Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, que consiguió acabar con los famosos sex shops de la calle 42. Esto fue posible gracias a un edicto que prohíbe a este tipo de establecimiento estar a menos de un kilometro de un centro religioso (no es por empezar a dar caña antes de tiempo, pero digo yo que tampoco se podrá construir un centro religioso a menos de un kilometro de un sex shop, ya imagino al juez dictando sentencia: "decreto orden de extrañamiento, la religión y el sexo deberán permanecer a mas de un kilometro el uno del otro ;). La causa del intento de expropiación es, en teoría, para evitar la afluencia del tipo de clientela que fomenta la prostitución (??).

Esto ha suscitado diversas reacciones (las pongo antes que luego me dicen que si "el burro delante...") como las de los propietarios: "No veo la relación entre las dos cosas, porque de hecho, nosotros somos competencia" o la asociación de vecinos del barrio "Los sex-shops son comercios legales y están bajo el amparo de nuestra asociación. No nos alegramos de esta propuesta", dice César Torquemada, presidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de la calle de Montera.

Yo lo que veo son varios temas a tratar.

El primero y mas obvio es la cuestión de lo que es un sex shop. Cuanto mas nos alejamos en el tiempo la sociedad estaba mas sujeta a estereotipos; la música clásica era para nobles refinados, los tatuajes eran para rudos y pendencieros marineros,y la pornografía era para perturbados sexuales. El caso es que, la pornografía y la industria del sexo, en general, es un negocio que abaca a todo tipo de personas y tendencias, cada vez hay mas porno "soft" para mujeres o festivales de cine erótico que cuentan con miles de asistentes. Las escasas veces que he entrado a un sex shop lo que me he encontrado principalmente son gupos de chicos y chicas buscando productos erótico-festivos (siempre quise usar esa palabra) para sus despedidas de solter@. Nunca pensé que estaba ante agentes del fomento de la prostitución. Además los sex shops son tiendas enclavadas en un local "cerrado", quiero decir con esto que quien se ofende con sus contenidos a tenido que "entrar", y que la entrada es libre y no se obliga a nadie. No se como sería si tuviesen gigantescos escaparates como en Amsterdam.

Y eso nos lleva a la siguiente cuestión. Mi tia es holandesa, y bajo su casa, junto al coffeshop "The Doors" (que suerte tengo, eh?) hay un enorme local dedicado a la venta de productos sexuales. Jamás he escuchado ni una sola queja de mi tía ni de sus vecinas sobre el local o los clientes. De hecho, dispuestos a copiar iniciativas (que se ve que es la única solución) mas nos valdría apartar un poco la mirada de nuestros idolatrados yankis y fijarla un poco mas en nuestra abandonada Europa (¡¡¡que somos europeos!!!) en temas de la regularización de la prostitución.

Ultima cuestión. En todo caso, los sex shops son la competencia de las prostitutas, incluso parece ser que estas insultan a los clientes de las tiendas y les abordan amenazándolos. Es más, en Montera existe la prostitución desde mucho antes de la llegada de los sex shops. Esto nos lleva a la auténtica cuestión.

No se trata de controlar la degradación del centro de Madrid. Se trata de limpiar la fachada para que los señores de los autobuses rojos, esos tan blanquitos y simpáticos, puedan fotografiar las calles sin que nada, según la opinión de nuestro alcalde, empañe moralmente sus conservadoras mentes. Señor gallardo, ningún turista, a no ser algún trasnochado bushista yanki, se va ha sentir agredido por la existencia de tiendas frecuentadas por grupos de jóvenes prenupciales o algún caballero buscando juguetitos para su mujer (según un estudio de una empresa del sector -Marqueze Telecom- la mayoría de los clientes son hombres que optan por "juguetes" femeninos ya que ellos consideran los artículos eróticos como una compra para el disfrute en pareja).